La miés estaba ya recogida, todavía se podía imaginar el olor de la siega, las hoces y la zoqueta, las gavillas y los haces. Los pastores aprovechan el rastrojo, quedaba lo suficiente para facilitar la infiltración de la tierra, evitar la desecación y proter la tierra de la erosión cuando a mediados de agosto venían las tormentas.
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31 marzo, 2013
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