Paso a menudo por esta calle y no había levantado aún la vista. No se por que los habitantes de las ciudades tenemos la mala costumbre de mirar hacia abajo.

Hoy he descubierto esta placa, que conmemora que en el edificio vivió Santiago Ramón y Cajal, uno de mis ídolos.

Este científico, reconocido en todo el mundo por sus trabajos con el tejido cerebral, hizo importantes descubrimientos que aún hoy en día perduran en los libros de texto de los estudiantes, algo poco habitual.

Es uno de mis superhéroes, porque con unos recursos que hoy en día se utilizan en las escuelas de primaria, supo hacer grandes descubrimientos científicos.

En esta era en la que todo parece saberse, el cerebro de cualquier especie sigue siendo un pozo negro del conocimiento, un universo a parte, una dimensión nueva y apasionante por descubrir, aunque los microscopios ven infinitamente más allá, que los que utilizo este científico.

Es una nota en favor de la vocación, el tesón, el ingenio, el esfuerzo y el conocimiento, palabras baldías en los planes de enseñanza de las escuelas actualmente.